Mi (decepcionante) experiencia con la ayahuasca

Mi intención no era escribir esto. Se suponía que era la clase de experiencia para presumir en Instagram y esas cosas. Hace poco pagué por un retiro de ayahuasca, organizado por una empresa de turismo de aventura y tal. Siempre tuve tantas reservas como ganas de saber lo que realmente era, así que después de investigar, y de un arrebato por salir de la rutina, decidí volverme mochilero por un día y emprender la aventura más grande de mi vida. O eso pensé.

Creía que para tomar la ayahuasca (o yagé, como se llama aquí en Colombia) había que viajar a la Amazonía (colombiana o peruana) pero, como ofrece el retiro, un taita puede viajar a un lugar más cercano para nosotros los rolos. Así que una vez hecha la reserva y llegado al punto de encuentro a las cuatro de la tarde, emprendimos un viaje de tres horas por tierra (aunque estuvimos una hora varados en la salida por la Autopista Sur por bloqueos).

Después de llegar a la finca, estirar las piernas y escuchar una charla grupal con el taita, a eso de las diez de la noche empezó la ceremonia en la maloka. Realmente tenía muy buena actitud, y sobre todo mucha expectativa. Uno de los ayudantes del taita soplaba humo de una sartén con brasas a la cara de cada participante, diciendo que nos quitáramos el tapabocas porque «estamos con Dios, y con Dios no pasa nada». Pensé de inmediato en quienes por exceso de fe han fallecido por el COVID-19, pero como había distancia, acepté.

Luego vino la primera toma de yagé cielo (porque por lo visto hay variedades). El taita entregaba una totumita y la llenaba, y su ayudante ofrecía un vaso de agua (del que todos bebían, aunque yo no lo hice) para enjuagar el mal sabor. Es muy amargo, pero no insoportable. Y entonces ocurrió… nada. Un intento de trasbocar, y luego otras cuatro vomitadas. Nada más. Nada de visiones, criaturas, colores. La misma lucidez y conciencia, la misma línea de pensamiento habitual. Cada uno se retiraba a sentarse o a acostarse en las hamacas de la maloka a hacer introspección o algo así.

Muchos vomitaron, alguno tuvo diarrea, pero no sé cuantos tuvieron los efectos que se esperan de la ayahuasca. Yo creo que ese fue un error que no sé si cometimos todos: no indagar si los demás sintieron algo. El caso es que después de unas cuatro horas de deambular por la finca, empezó la segunda toma. Cuando el taita servía la toma, me preguntó si había tenido visiones, y le dije que no, que sólo había vomitado cuatro veces. Entonces su ayudante celebró lo bien que iba la «purga». Dicen que no todo el mundo tiene visiones (la «pinta») en su primera toma, pero que aún así el vomitar y tener diarrea (la purga) eran algo muy bueno por la limpieza física y espiritual. Ya.

Yo pensaba: la primera toma me limpia, con la segunda vendrá lo que he venido a buscar. Y entonces ocurrió… lo mismo. Nada. Además de estar muy cansado, estaba tan decepcionado que empecé a pensar incluso en escribir este artículo. Luego vomité otras dos veces; en la última casi me dejo el alma. Y ya. Ni siquiera tuve diarrea (iba a mencionar a Jackson Pollock para describir algo en uno de los baños, pero mejor no). Luego vino una hora de canciones pachamamertas en la maloka que, supongo, tenían como propósito hacer cumplir la recomendación de no dormir. Yo seguía deambulando por la finca hasta que amaneció.

Por lo visto a alguien le fue mejor. Y sí, yo estoy ahí.

Luego vino el resto del programa: un buen desayuno con fruta y caldo, una limpieza colectiva del taita con humo de tabaco y una clase de yoga, muy larga y frustrante para quienes estamos más tiesos que un gato de porcelana. Luego una limpieza individual con tabaco, en la que inhalé más humo que como fumador pasivo en toda la vida, y en la que el taita me mostró que había usado casi todo el tabaco porque yo «estaba muy bloqueado». Finalmente a mediodía comenzamos el viaje de regreso, que duró menos de dos horas. En realidad, siempre hubo un buen ambiente, todos fueron muy amables y cordiales, todo estuvo muy bien organizado y habría sido una experiencia espectacular… si hubiera funcionado.

Todo el viaje, desde los preparativos hasta las tomas, resultó en definitiva muy frustrante y agotador; tanto que ni siquiera pensé en si había alguna cláusula de «satisfacción garantizada o le devolvemos su dinero». Sé que de entre quienes se encuentren con este artículo no faltará quien escriba que me equivoqué de retiro, que no todos son taitas de verdad, que tenía demasiada expectativa o que la ayahuasca no es para todo el mundo. Dicen que es algo que hay que hacer una vez en la vida, pero no más de una vez en la vida (porque hay que aprender a alcanzar lo mismo por cuenta propia) y no verlo como una simple experiencia alucinógena, pero es que ni eso pasó.

Mi intención era buscar algo que nunca encontré ni en la religión ni en el negacionismo materialista (punto para el escepticismo) y pensé que si funciona con drogadictos o enfermos es porque una sobredosis de DMT es más poderosa que cualquier bloqueo mental, pero al parecer no es así. Yo sólo sé que ya ni lo quiero volver a intentar. A la espera de si llegan o no los efectos retardados de tanta purga y tanta limpieza, sólo me queda pensar en las palabras del buen e incomprendido Bane: no hay desesperación sin esperanza.

P.D.: El viaje final de regreso hasta aquí fue en Transmilenio, y estaba tan cansado que ni cuenta me di de que me robaron el celular. Había tantas estaciones destrozadas que el bus tuvo que ir hasta la encantadora Tercer Milenio. Una cosa tendrá o no que ver con la otra, pero creo que los promotores en la sombra del paro no creen en la «teoría de las ventanas rotas«, porque seguramente sus fanáticos son quienes las rompen.

Anuncio publicitario

Un par de juegos abstractos

Hacía mucho que no me dedicaba a diseñar juegos, más allá de un proyecto de juegos de cartas archivado desde hacía tiempo. Esos juegos están terminados (en concepto) pero faltan detalles de implementación de soporte físico. Esta vez me ha dado por crear un par de juegos abstractos para dos jugadores. Probablemente sean tan básicos que se le habrán ocurrido a alguien más, pero aún así los publico a ver qué pasa.

Los juegos tienen un nombre común: Trikkanter, que en noruego significa triángulo (la palabra que menos me disgustó porque definitivamente tengo que aprender a crear nombres). El primero, llamado Trikkanter, consiste en rodear piezas del oponente y capturarlas. El segundo, llamado Trikkanter-5, consiste en formar una línea con cinco triángulos. Por ahora he publicado detalles en el portal BGG, y un borrador de las reglas de cada juego en mi nube personal.

El Trikkanter es un juego para dos jugadores: rojo y blanco. Cada jugador tiene 13 fichas: 10 triángulos y 3 rombos. El juego no necesita tablero. La partida comienza cuando el jugador rojo coloca una ficha, y luego ambos jugadores se alternan para colocar fichas siempre adyacentes a las ya colocadas. El objetivo consiste en rodear las fichas del oponente para capturarlas:

Un ejemplo de secuencia inicial de Trikkanter: después de once movimientos las rojas rodean el grupo de cinco piezas blancas, y por tanto lo capturan.

Una vez colocadas todas sus piezas, un jugador puede mover las que ya ha colocado, siempre dejándolas adyacentes a cualquiera de las ya puestas sobre la superficie de juego. Un jugador es libre de elegir jugar un triángulo o un rombo, pero una vez jugado un rombo, no se puede mover a otra zona de juego. Sin embargo, los rombos se pueden girar, acomodar o desplazar:

En Trikkanter, un rombo se puede girar, acomodar o desplazar para quedar adyacente a una de las piezas cercanas.

Un triángulo capturado vale un punto, y un rombo capturado vale dos puntos. Gana la partida el primer jugador que logre capturar piezas del oponente por valor de nueve puntos.

En este ejemplo de partida, las rojas ganan por rodear un grupo de nueve piezas blancas.

El Trikkanter-5 es un juego más sencillo, que consiste en formar una línea de cinco fichas. Algo así como un gomoku para fichas triangulares. Es un juego igualmente para dos jugadores: rojo y blanco. Cada jugador tiene diez fichas. Las rojas inician la partida, y cada jugador se alterna para colocar fichas, siempre adyacentes a las ya colocadas. Si un jugador ya ha colocado todas sus fichas, debe mover una de las ya colocadas, dejándola siempre adyacente a las ya jugadas. El primer jugador que forme una línea de cinco fichas gana la partida.

Ejemplo de partida ganada en Trikkanter-5: gana el jugador con fichas blancas al ser el primero en formar una línea con cinco triángulos.

Este juego puede jugarse sin tablero, o con un tablero reticulado en triángulos. Al ser en teoría una variación del gomoku es posible que ya se le haya ocurrido a alguien más. De cualquier modo, aquí queda publicado este par de ocurrencias, después de haber indagado por ahí en teoría de juegos y otros temas. No me bastaba con crear una enésima variante del ajedrez con dados o algo así, por eso queda por ahora esta muestra del gusto que siempre tuve por los juegos abstractos.

Sabaki: software para jugar al go

Aunque todavía me falta bastante camino para ser aficionado regular del go, quiero aprovechar los recursos que voy encontrando en la web: libros, material audiovisual, y especialmente, software. A diferencia del ajedrez (porque para quienes venimos de ese mundo es inevitable la referencia), y al menos en español, la cantidad de material e información, especialmente la enfocada a principiantes, es muy escasa. También da la impresión de que se da un salto muy grande y sin transiciones entre aprender las reglas básicas y empezar a analizar partidas de torneos en línea, tsumegos o josekis.

También, a diferencia del ajedrez, hay había muy poca oferta de software, sobre todo gratuito, hasta el auge del fenómeno AlphaGoAlphaZero, que tras la publicación de su modelo de desarrollo basado en redes neuronales, ha inspirado proyectos de código abierto como Leela Zero o KataGo, programas bastante fuertes para jugar y analizar y que se han convertido en el estándar actual para jugadores de muchos niveles, así como sitios web. Algo así como el Stockfish del go.

Pachi contra Leela Zero jugando en Sabaki.

Y aunque hay programas que integran estos motores como Lizzie o Katrain (interesante programa para aprender, basado en KataGo), o como Leela Zero que trae interfaz propia, lo normal es que estos programas necesiten una interfaz gráfica. Y la mejor que he encontrado de momento es Sabaki, proyecto alemán también de código abierto.

La idea de este artículo es aportar instrucciones de instalación de varios motores de juego a esta interfaz, en Windows, e ir actualizando a medida que encuentre detalles. Antes que nada, doy crédito a la fuente original: el canal de Jim Plays Go en YouTube, el único que encontré con información sobre instalación de Leela Zero y KataGo en Sabaki. El programa es multiplataforma y tiene versión instalable y portable; las instrucciones son iguales para ambas.

Ante todo es importante descargar y extraer los módulos a una carpeta en la cual la ruta de archivo no contenga espacios en blanco, pues Sabaki no los va a reconocer. Lo ideal es crear una carpeta (llamada Módulos o algo así) en la cual extraer los módulos descargados. También es bueno habilitar la opción Enable GTP logging to directory: en File / Preferences / Engines, y crear una carpeta llamada logs en una ruta que puede ser C:\Program Files\Sabaki\logs.

Ejemplo de configuración de KataGo y Leela Zero en Sabaki.

Leela Zero

  1. Descargar Leela Zero según la arquitectura (32 o 64 bits), y el procesador a usar (sólo CPU o la tarjeta gráfica)
  2. Extraer en la carpeta elegida para módulos
  3. En la carpeta extraída, hacer clic en autogtp.exe, lo cual descargará archivos a la carpeta networks
  4. En File / Preferences / Engines (porque en los idiomas de momento no hay español), o en Engines / Show Engines Sidebar, y luego en el primer ícono de la barra izquierda, en Manage Engines, y luego en Add, reemplazar el campo Unnamed engine por el nombre que se quiera dar al módulo
  5. En la segunda línea, escribir la ruta del archivo leela.exe o buscarlo con la opción Browse (el ícono de carpeta)
  6. En la tercera línea (No arguments), escribir —gtp -w ruta noponder, reemplazado ruta por la ubicación del archivo (o alguno de los archivos) ubicado en la carpeta networks con extensión .gz (por cierto, el doble guión — puede verse aquí como un guión largo, pero es doble guión como se ve en la imagen de arriba)
  7. En la cuarta línea (Initial commands) escribir time_settings 0 5 1 (o cualquier otra configuración de tiempo)
  8. Para cargar el módulo, hay que abrir la barra lateral de módulos (Engines / Show Engines Sidebar) y seleccionar el módulo para analizar o jugar

KataGo

Este módulo requiere instrucciones más detalladas, pero a cambio queda instalado el mejor módulo de go disponible (o al menos uno que le gana bastante a Leela Zero)

  1. Descargar KataGo según la arquitectura (32 o 64 bits) y el hardware: OpenCL para buenas tarjetas gráficas, CUDA para buenas gráficas NVIDIA, Eigen AVX2 cuando la GPU es vieja o no hay, pero el procesador es reciente, y Eigen cuando no hay GPU o es vieja y además la CPU no soporta AVX o FMA
  2. Extraer en una carpeta nueva dentro de la carpeta elegida para los módulos
  3. Descargar desde aquí un archivo de red neuronal (Neural Net) al mismo directorio especificado en el punto anterior. El archivo debe tener una extensión .bin.gz
  4. Renombrar el archivo anterior (o hacer una copia) como default_model.bin.gz
  5. En la carpeta, ejecutar la consola de comandos (el truco es escribir en la barra de direcciones del explorador de Windows el comando cmd, que abre la ventana de comandos directamente con la ruta de la carpeta)
  6. Digitar el comando .\katago benchmark, que inicia una prueba de rendimiento. Este paso puede ser algo largo, hasta media hora según el equipo
  7. Opcionalmente, se puede ver el valor recomendado para NumSearchThreads, para luego editar el archivo default_gtp.cfg, cambiando el valor de NumSearchThreads por el recomendado en el benchmark
  8. En Sabaki, ir a Manage Engines como se explicó para Leela Zero, y agregar (Add) KataGo con la siguiente configuración:
  • Nombre: KataGo o cualquier otro
  • Ruta: la del archivo katago.exe
  • No arguments: gtp
  • Initial commands: time_settings 0 5 1

GNU Go

El venerable módulo de GNU (descontinuado al parecer desde 2009) también puede descargarse e instalarse al igual que los módulos anteriores (y prácticamente cualquier otro). Aparte del nombre y la ruta del archivo gnugo.exe, la única configuración inicial es la línea —mode gtp quiet reemplazando la tercera línea (No arguments). De nuevo, — es un doble guión, no un guión largo.

Pachi

Un módulo interesante es Pachi, usado como bot en KGS con muy buen nivel en tablero de 9×9 y bueno en 19×19. Funciona bien al parecer sin argumentos en Sabaki, indicando sólo nombre y ruta del archivo pachi.exe.

Partidas entre módulos y opciones de análisis

Para jugar contra un módulo, o crear una partida entre módulos, simplemente con la opción File / New (o Ctrl+N), se selecciona con el menú desplegable y la opción Attach Engine el módulo que se quiere usar en uno o ambos bandos. Esto cargará los módulos seleccionados, y si se quiere comenzar una partida entre módulos, se ejecuta con F5. También se pueden analizar partidas en formato .sgf presionando F4 (si está cargado un módulo que soporte la función de análisis).

Hasta aquí el aporte sobre este software, bastante interesante. Sin ser experto en esta clase de proyectos, espero que esta sea una base para aportar sugerencias u observaciones que permitan divulgar el interés por el go entre los nuevos aficionados.

P.D.: Un sitio interesante para aprender go en línea, jugando contra bots adaptativos, es zbaduk, que usa justamente Leela Zero y otros módulos para analizar nuestras partidas y otras. Se ve muy recomendable.

 

The Queen’s Gambit (o la precuela de Pawn Sacrifice)

Después de leer tres biografías sobre Bobby Fischer, es natural que la película sobre él me pareciera insuficiente. Conociendo la parte ajedrecística, había mucha expectativa en la justificación del resto de la trama. De cualquier forma, la conclusión en ese momento fue que se está volviendo muy convencional la narrativa en el cine hollywoodense, incluso con historias tan complejas como la de Fischer.

Ahora el enésimo intento de explotar las virtudes narrativas del ajedrez en las pantallas no está en el cine sino en la televisión: la miniserie The Queen’s Gambit, de Netflix, estrenada en octubre.

Al momento de escribir esto, veo que la serie no sólo es muy popular entre quienes no son aficionados al ajedrez, sino también entre las redes de portales dedicados al juego (chess.com, chess24, etc.). Y que Rotten Tomatoes le da un 100% de críticas positivas (que no es lo mismo que la calificación: 8.0/10). Pero también estoy viendo un par de críticas para entender si se me pasó algo por alto. Pues aún no entiendo por qué no la bajan de «apasionante».

La historia se basa en la novela homónima de Walter Tevis, de 1983, y está ambientada en unos años 60 en los que no existe Bobby Fischer, pues al parecer la protagonista es su versión femenina. La historia trata de una niña huérfana que aprende a jugar al ajedrez en el orfanato, en donde también desarrolla una adicción a los tranquilizantes que allí recibe (porque eso hacían los orfanatos allí), y que al parecer son los que despiertan sus dones para el ajedrez. La historia sigue por las peripecias de una ahora mujer adulta y su lucha contra las obsesiones, las adicciones, y sus oponentes en un mundo de ajedrez dominado por los hombres.

Estoy seguro de que cuando dicen que hay que aprender a visualizar en ajedrez, no se referían a esto.

Mas allá de los detalles ajedrecísticos (interesantes para los no iniciados), de los matices feministas, y de otra historia en la que «el precio de la genialidad es la locura», el detalle Everything wrong with de la serie, para mí, son las capsulitas verdes. En la ficción, son un ansiolítico llamado Xanzolam, al parecer similar a uno vendido en la realidad como Librium, tan usado y abusado que hasta la DEA tuvo que atajar su consumo en 1970. No es como el NZT-48 de Limitless, pero en la trama seguro que tiene algo que ver.

Supongo que mi problema es que ni estoy obsesionado con el ajedrez ni me interesan los infiernos psicológicos ajenos (con los míos ya me basta). Pero me ha parecido sólo una historia más sobre lo weirdos que son los genios del ajedrez (lo de la belleza del ajedrez en el cine nos lo siguen debiendo). O supongo que dentro de mí hay algo roto, porque si ver explotar cabezas al final de la segunda temporada de The Boys no me impresiona en absoluto, nada lo hará.

Crónicas de una cuarentena (III)

Por lo visto no hubo mucho que contar en estos 163 días de simulacro-cuarentena-aislamiento, que al parecer ya ha llegado a su fin, para dar paso a una presunta «nueva normalidad». Hubiera querido aprovechar mejor este tiempo para progresar en algunas cosas, pero no he estado precisamente de vacaciones. Lo primero que descubrí en este tiempo es que si uno odia su trabajo, el teletrabajo es una pésima idea.

Con respecto a eso, existe una probabilidad del 50% de continuar el teletrabajo en lugar de seguir pagando arriendo y servicios de una oficina que no se ha usado en más de cinco meses, lo cual demuestra que algo se puede aprender de situaciones como estas. Lo cual sería lo ideal para mí, pero también es muy probable volver a esa oficina y toda la rutina de antes, en la que la mejor parte del día era ir y volver en bicicleta.

Por cierto, acabo de volver de la ciclovía, que estaba cancelada desde el 20 de marzo y que ahora veo como prueba de una normalidad que no ha cambiado mucho desde el fin de la cuarentena obligatoria. Mucha gente usa tapabocas y tiene las precauciones del caso, pero basta un solo irresponsable para contagiar a los demás, y eso me preocupa en cuanto retomar el habitual y forzado contacto con el mundo de los demás.

Por lo demás, no ha sido un tiempo fácil en cuanto a encontrar un propósito para estar en este mundo. En cuanto al mundo digital, terminé creando un personaje de mentira que ha sido más exitoso interactuando con los demás de lo que he logrado desde que abrí este blog y mis redes. Pero el personaje no ha terminado de devorar a la persona, y ahora está tan estancado como yo. Así que por ahora lo mantengo en secreto, como la otra cara de una moneda que no puede ver a su opuesta.

Con respecto a este blog, parecía buena idea mantener el dominio wedrey.com, pero viendo que por culpa de mi alter ego digital soy un desastre gestionando redes y esas cosas, voy a dejar que expire y que vuelva al dominio wedrey.wordpress.com. Y voy a concentrarme en cosas más importantes. Creo que el tiempo se acaba, que probablemente no haya mejores tiempos que ahora, y que lo mejor que podemos aprender, si no se pueden cambiar las cosas, es aprender a irse dejando todo hecho para no tener que regresar.

Crónicas de una cuarentena (II)

Entre simulacro y cuarentena, hoy es el día 41 de confinamiento. Siempre quise pasar más tiempo en mi apartamento, pero desde luego esto no era la idea. Sobre todo porque además tengo que teletrabajar, o sea que no estoy exactamente de vacaciones, como a muchos les parece esta situación. Además, cuando tengo el tiempo, no siempre tengo la voluntad para intentar, digamos, algo. El secreto definitivo para burlar a la muerte. Y para darle sentido a la vida. Nada menos.

Bueno, veamos el balance hasta ahora. En cuanto a los recursos, digamos que tengo suficientes incluso si la situación se prolongara un par de meses más (cómo alguna vez se planteó la posibilidad), pero más allá de eso es repetir coqueteos recientes con viejos demonios. Si algo bueno he podido sacar hasta ahora es aprender a cocinar (aunque sea pasta y arroz blanco), pero por lo demás, aún estoy muy lejos de alcanzar la paz que pretendía lograr al mudarme aquí. Aunque al menos nadie podrá reprocharme no haberlo intentado.

Además de eso, ¿qué más tengo que contar? Que soy un desastre con las redes sociales. Cuando abrí este blog, pensaba en recuperar el tiempo perdido y labrarme un espacio en la web de estos días, aunque no tenga mucho (o nada) que decir. Con lo que no contaba era con que al crear una falsa identidad para entrar en gazaperas ajenas, el personaje terminara devorando a la persona. Ahora el personaje se ha ganado más aprecio, admiración y respeto en algunos chats que frecuento del que he podido obtener bajo mi verdadera e irrelevante identidad. Un desastre.

Así que de entrada no me interesa seguir pagando un dominio para un blog que escribo para mí y que no lee nadie (y menos cuando me quitaron el botón justify, WordPress!). Ahora que restan diez días de cuarentena, suponiendo que no la prolonguen más, sólo queda esperar a ver cómo el mundo en el que vivo reconstruye su vida para que yo pueda terminar de poner en orden la mía. Por cierto, estoy bien, gracias por preguntar. Estaba siendo sarcástico.

Crónicas de una cuarentena (¿I?)

No sé cómo va a terminar esto. Desde que compré mi apartamento siempre tuve la idea de que en algún momento iba a tener que pasar una especie de arresto domiciliario, porque en estos seis meses que llevo viviendo aquí, ha pasado de todo. Desde un paro nacional con amenazas de caos y anarquía colectiva, hasta una pandemia nunca vista en la historia de la humanidad. Hoy es el décimo día de confinamiento entre simulacro de aislamiento y cuarentena obligatoria, y todo parece indicar que los quince días que quedan no van a ser suficientes. Así que habrá que prepararse para pasar quién sabe cuánto tiempo más y replantear nuestra existencia como especie, si es que el nivel al que se ha llegado con la contaminación ambiental o el cambio climático no han sido suficientes.

La lucha personal y colectiva por nuestra supervivencia se ha reducido a una lucha contra nuestra estupidez. La estupidez consagrada no sólo como modo habitual de vida, sino como forma de organización social. Bienvenidos a la Idiocracia. Un ejemplo casi caricaturesco es la estupidez de un helicóptero de la Fuerza Aérea luchando con su propio ruido para enviar un mensaje sobre el coronavirus por megáfono. Esa es la gente que nos gobierna, un reflejo de la gente que los elije. Y lo malo es que no es sólo la estupidez de la gente lo que va a contribuir a matarnos como especie. También está la inconsciencia y el egoísmo.

En esta situación de cuarentena la medida más efectiva para reducir los contagios ha sido, obviamente, el distanciamiento social. Sin embargo hay gente que vive en mundos personales donde creen que lo obligatorio no es mantener la cuarentena, sino comportarse de la forma más estúpida posible. No sólo sigue habiendo runners que salen a trotar (y por las ciclorrutas, pero eso es otro tema), sino animales, recuas parlantes que escupen al suelo y tosen o estornudan a todo pulmón. En un edificio cercano han colocado una pancarta para que todos la lean, que dice algo como: «Hazlo por Colombia #QuédateEnCasa». Cuando se le reclama a un imbécil por estornudar con la jeta abierta y se ofende, piensa uno: ¿en serio creen que me confino por esos hijos de puta? No lo hago por la patria, ni siquiera por los que merecen morir como carne de pandemia. Lo hago por mí.

5…f5, ¿una variante nueva en la defensa Petroff?

Buscando software que jugara al ajedrez de Capablanca (aquella variante inventada por el cubano campeón mundial en los años 20), encontré el programa ChessV, diseñado para jugar esa y muchas variantes del ajedrez, y cuya última versión, la 2.1, se lanzó en 2017. Sin embargo quise tantear cómo jugaba al ajedrez convencional, y después de 1.e4 e5 2.Cf3 Cf6 3.Cxe5 d6 4.Cf3 Cxe4 5.Cc3 queda planteado el ataque Nimzovich de la defensa Petroff. Hasta aquí, nada raro.

El punto está en que tras 5.Cc3 el programa ChessV responde con 5…f5, una jugada que no aparece en la base en línea de ChessBase, ni en Chess Tempo ni en Wikichess ni en Chessgames.com. Tampoco en las enciclopedias de aperturas ni en bases de datos. ¿Estamos entonces ante una novedad teórica insospechada a estas alturas, o es una jugada tan mala que ni merece ser analizada?

Actualización: según la base de ChessBase para Android, hay cuatro partidas con 5…f5: dos victorias blancas, una de 1912 con 6.Ac4 y otra con 6.De2 (2006), una victoria negra con 6.d4 (2004) y unas tablas de 2010 con 6.Cxe4. Y según Chess-db.com, hay cuatro registros a partir de esta posición, dos partidas con 6.Ac4 y dos con 6.d4, aunque no da más detalles, y con 6.d4 se puede seguir un registro en el que ganan las blancas. De nuevo, sin más detalles.

Todos recordamos la célebre partida Zapata-Anand de 1988, en la que el pobre Vishy, haciendo caso de la burrada consagrada como novedad teórica en el Informator 58, respondió a 5.Cc3 con 5…Af5?? y abandonó tras 6.De2 al ver que perdía una pieza. Sin embargo, la diferencia con 5…f5 es que 6.De2 no parece suficiente por 6…De7 7.Cd5 Df7!?

¿Será que a diferencia del Informator de 1987, estamos ahora sí ante una novedad? ¿Y qué tan mala puede ser realmente 5…f5? Parecería mala por debilitar el flanco del rey y por no ser jugada de desarrollo, pero que una jugada parezca incorrecta en la apertura no hace que necesariamente sea mala, al parecer. O al menos al nivel de aficionado, aunque al no haber partidas para cotejar, tuve que recurrir una vez más a un torneo blitz entre módulos.

Reclutando a los hermanos Fritz (Fritz 13 SE, Fritz 16 y Deep Fritz 13) y a los Stockfish (8 y 10), en un torneo a doble vuelta a 4+2 (porque no tengo toda la vida para esto), los puse a sacar ideas a partir de 5…f5. Además de la paliza de los Stockfish a los Fritz, lo más destacado es que las blancas tienen tres continuaciones: 6.De2 (insistiendo con explotar la clavada del caballo negro), 6.Ac4 (que parece la línea principal) y 6.g3 (una idea residual que parece del gusto de Stockfish 10). Para ver todas las variantes en un sólo archivo fundí todas las partidas en un solo PGN y por eso no se pueden ver las partidas por separado, pero para quien quiera verlas todas están en este archivo.

Es claro que jugando a nivel de módulo, no parece que la variante sea por sí sola buena o mala, pero habría que consultar al respecto a los expertos en la defensa Petroff a ver si se atreverían a jugarla. Se dice que el número de jugadas posibles en ajedrez es inmensamente grande, pero las partidas se van asemejando cada vez más hasta la primera mitad de la partida, por no explorar todas las variantes posibles a partir de las jugadas iniciales. Después de todo lo hecho por AlphaZero, queda preguntar si nos pasamos a variantes más heterodoxas del ajedrez, o si el futuro del ajedrez como deporte entre humanos pasa por poner a las máquinas a buscar novedades teóricas por nosotros.

Ajedrez, tablas y una propuesta basada en el go

Se ha dicho muchas veces que las tablas en ajedrez (así como los empates en los deportes en general) lo hacen cada vez menos interesante para organizadores, patrocinadores y aficionados. Y no sólo las tablas en pocas jugadas (llamadas irónicamente «tablas de gran maestro»), sino también las arduas batallas que terminan en partidas nulas. Sobre todo en los últimos tiempos, con la evolución de la informática se pretende llegar a la perfección técnica en ajedrez, pero el exceso de tablas está acabando con su faceta deportiva.

El problema no es en sí lo que en tiempos de Lasker se llamó «la muerte del ajedrez»: la idea de que la partida perfecta debía terminar siempre en tablas. Así como se decía que los sacrificios y las combinaciones brillantes sólo probaban que alguien se había equivocado, la única forma de alcanzar una victoria en el tablero era cometer o provocar un error. El problema, en mi opinión, es que se parte de una base errada: que desde el comienzo la igualdad en la partida es absoluta, y que el hecho de que las blancas hagan la primera jugada no tiene demasiada relevancia. Lo cual, estadísticamente, es falso.

En casi cualquier selección de torneos de ajedrez, se demuestra una tendencia estadística a favor de las blancas.

En la mayoría de juegos y deportes se asume que quien hace el movimiento inicial tiene una ventaja, y que esa ventaja a largo plazo se traduce en una tendencia. En ajedrez, esa tendencia le da a las blancas más del 50% de los puntos. Por ejemplo, en una selección de más de 291.000 partidas de nivel de GM (Elo medio de ambos jugadores igual o mayor a 2500) a partir del año 2000, las blancas lograron el 55.3% de los puntos (31.5% de victorias y 47.6% de tablas), mientras que las negras sólo puntuaron el 44.7%. Esa proporción es más o menos la que quiero plantear con base en un juego que sí tiene en cuenta la ventaja de salida a la hora de puntuar: el go.

Esa tendencia a favor de las blancas hace que no sirvan cambios como la llamada regla de Bilbao (dar tres puntos por victoria y uno por empate, como en el fútbol), si en caso de tablas ambos jugadores puntúan lo mismo. Aquí es donde entra el go, cuya puntuación está diseñada para no permitir empates. En el go, las negras hacen la primera jugada, por lo que se considera que tienen una ventaja que hay que compensar a las blancas. Esta compensación se da con unos puntos adicionales al final de la partida llamados komi, que suelen ser siempre un número decimal (por ejemplo, 6.5 puntos), y ese decimal por sí solo hace que nunca haya un empate en puntos.

Si bien el valor del komi ha evolucionado con el tiempo, y tenga en cuenta otros factores como la diferencia de nivel entre ambos jugadores,  ha provocado cambios de estrategia en el juego y se ha aceptado como parte de su naturaleza. Si este concepto ya hace parte del go desde 1930, ¿por qué el ajedrez nunca ha asumido esta cuestión estadística? Mi propuesta entonces, basado en las tendencias señaladas antes, es que la partida de ajedrez mantenga su valor de un punto por victoria, pero que las tablas con blancas valgan 0.45 puntos, y con negras valgan 0.55. Veamos cómo afecta esta idea a algunos torneos de ejemplo.

Para empezar, torneos de todos contra todos a doble vuelta, en los que cada jugador juega con blancas y con negras contra cada rival, como los torneos de Candidatos desde 2013. Por ejemplo, el pasado torneo de Berlín de 2018, que ganó Fabiano Caruana, y en el que las blancas obtuvieron el 53.57% de los puntos (12 victorias contra 8 de las negras y 36 tablas):

Torneo de candidatos de Berlín 2018. VB: victorias con blancas, VN: victorias con negras, TB: tablas con blancas, TN: tablas con negras, PP: partidas puntadas.

Ahora, si bien el rendimiento de Caruana (o de Aronian) es incuestionable, una ventaja de este sistema es que es muy difícil que se produzca empates incluso en las posiciones intermedias:

Posiciones finales del torneo de Candidatos 2018 con los sistemas de puntuación tradicional, la regla de Bilbao, y la propuesta de compensación basada en el go.

Otro ejemplo: el torneo de candidatos de 2013, en el que Carlsen y Kramnik empataron en puntos, pero clasificó Carlsen por mayor número de victorias:

Torneo de Candidatos de Chenai 2013, ganado por Magnus Carlsen por haber ganado una partida más (con negras) que Kramnik.

En este torneo hubo una diferencia aun mayor a favor de las blancas: 54.46% de los puntos (15 victorias contra 10 de las negras, y 31 tablas). Según el sistema clásico hubo tres empates en puntos, dos según la regla de Bilbao, y ninguno con la propuesta de compensación:

Posiciones finales del torneo de Candidatos 2013 según los tres sistemas de puntuación.

Actualización: agradeciendo al maestro Leontxo García por haber retuiteado mi propuesta, alguien me hizo la observación de que si dos tablas con negras valen más que una victoria y una derrota, esto podría motivar aún más a hacer tablas. Aunque suena a un enfoque deportivamente raro, haciendo caso de la observación sugiero entonces que se implemente como una mejora de la regla de Bilbao, en la que las tablas valgan 0.90 y 1.10 puntos con blancas y negras respectivamente. Entonces el torneo de Candidatos de 2013 quedaría así:

Torneo de Candidatos 2013 con la regla de Bilbao ajustada: 0.90 puntos para tablas con blancas y 1.10 para tablas con negras.

En este caso, la regla de Bilbao pura habría dejado empatados a Kramnik y Aronian con 21 puntos, pero con la regla ajustada Aronián superaría a Kramnik por haber ganado Aronian una partida más, la idea original de la regla de Bilbao:

Aquí sí se hubiera podido decidir el torneo sin recurrir a los desempates, pues en igualdad de puntos, mayor número de victorias supone mayor número de derrotas. Cabe decir que para que motive de verdad el salir a ganar en torneos de ajedrez, y luchar por una mejor ubicación incluso en puestos intermedios, debería aplicarse como propuesta de puntuación y no como simple sistema de desempate. Faltaría evaluar cómo funciona en torneos de todos contra todos a una sola vuelta, o por sistema suizo. En estos días en que se quieren retomar ideas como eliminar el enroque (aunque la idea original fue de Lasker), este es mi modesto aporte para replantear las tablas y mejorar el enfoque deportivo en el ajedrez.

P.D.:Ya sé que decidí dejar de cooperar en Wikipedia hace mucho tiempo, pero para este artículo he tomado información de la Wikipedia buena (en inglés). Aunque he dejado de enlazarla y a la información usada le he dado formato propio. Algo de derecho me asiste por haber colaborado con mejorar la versión en español (que no española), desde la versión que aún merece algo de credibilidad.

Justamente, el maestro internacional Michael Rahal ha subido un video muy instructivo sobre patrones de mate en su canal de YouTube, recurriendo a uno de mis últimos aportes a la Wikipedia (desde una IP y no desde mi cuenta): la traducción del artículo sobre patrones de mate desde la versión en inglés. Habría tenido que recurrir a la versión en inglés si yo no hubiera tenido mejores cosas que hacer los viernes por la tarde, o en otras palabras, ser valiente.

Si votar sirviera de algo…

…no nos dejarían hacerlo.

Mark Twain

Hoy como cada cuatro años, tenemos elecciones regionales en este platanal. Aquí, en su capital, se va a elegir al sucesor del responsable de que ésta siga siendo, entre otras cosas, la ciudad grande del hemisferio occidental sin un metro o un sistema de transporte masivo decente. Es fácil quejarse de que como ciudadanos no tenemos la ciudad o el país que queremos, pero cuando se revisa cómo está hecho el sistema actual de participación ciudadana, es más fácil entender por qué tenemos el país que nos merecemos.

Se ha dicho mucho acerca de los defectos de la democracia, principalmente que no es más que la tiranía de la mayoría, y sobre todo, de una mayoría embrutecida y que sólo cuenta como una masa -la llamada oclocracia-. Se ha dicho también que aquí la gente vende su voto por un tamal, o que el voto de un ciudadano preparado vale lo mismo que el de un imbécil. Y es una obviedad señalar que un sistema que no produce siquiera seres humanos decentes, no va a generar buenos ciudadanos. Y una sociedad incapaz de engendrar buenos ciudadanos, no va a producir buenos políticos.

Así que en vez de repasar lo obvio, quiero compartir un par de videos acerca de lo que entendemos y lo que era originalmente el concepto de democracia, antes de hacer algunas reflexiones más:

Lo peor que le pudo pasar a la mal llamada democracia es la polarización entre ideologías. La dichosa división entre izquierda y derecha, que a la hora de votar demuestra que para quienes tienen el poder, la opinión del votante importa un bledo. Ejemplos. Colombia, gobernada por la derecha, le pregunta al pueblo en plebiscito: ¿está de acuerdo con el proceso de paz con las Farc? El pueblo (poco más de la mitad) dice «no». ¿Qué hace el gobierno? Aprobar lo contrario por decreto.

El ejemplo contrario: Bolivia, gobernada por la izquierda, le pregunta al pueblo en referéndum: «¿está de acuerdo con la reelección continua (por dos veces) del presidente? El pueblo (poco más de la mitad) dice «no». ¿Qué hace el gobierno? En este caso, buscar un fallo judicial bajo pretexto de «violación del derecho humano» a ser elegido. Lo dicho, por lo visto votar significa ceder el poder para que quienes ya lo tienen crean que es un cheque en blanco, pero con la intención de hacerle creer al votante que tiene derecho a elegir. Elegir entre izquierda o derecha, por cuál costado quiere ser atropellado por quienes ya están en el poder.

Por lo mal que funciona la votocracia, las únicas expresiones tangibles del descontento -que no de la voluntad- popular, y por muy traumáticas que resulten, son las manifestaciones. Las más recientes en Chile, Barcelona, Ecuador, Bolivia, o las de cada jueves en Bogotá, son el único medio que tiene verdaderamente el pueblo para recordarle a sus políticos los límites del voto. Marchas, boicots, huelgas, parecen ser medios más eficientes para demostrar el alcance del poder popular. Pero ¿el voto? El voto es un favor, una ilusión del establishment para que el pueblo crea que tiene derecho a elegir, y para más dolor es un deber. El deber de votar -así sea en blanco- para tener derecho a exigir, dicen. Aunque para efectos prácticos no haga la diferencia, y votar sólo sirva para elegir a quién culpar por las decisiones de un pueblo que no sabe votar.