La reivindicación de las mediarquías: «Que viva el estrato 3»

Bogotá es una ciudad en la cual la expresión «si las paredes hablaran…» no tiene sentido: aquí las paredes hablan para quien sabe leer en ellas el reflejo de su gente. En un muro del centro me encuentro con un póster que empieza diciendo: «Porque para los de un lado hay SISBEN y para los del otro hay prepagada»  y la pregunta: «¿Y nosotros qué?». Y por supuesto, para saber quiénes son «nosotros», el enlace de marras: http://www.quevivaelestrato3.com/. Cuanto menos una curiosa campaña, iniciativa, publicidad, campaña de expectativa o lo que sea, pero que de algún modo busca reivindicar a quienes no pueden pagarlo todo pero tampoco tener subsidios; es decir para quienes no son (somos, dice la letra) oligarquía ni proletariado: el estrato 3.

Posiblemente el asunto no dé para hablar de la eterna lucha de clases, ni siquiera para redefinir el concepto de «estrato 3» o «clase media». Recuerdo que El Tiempo publicó hace mucho un artículo titulado «Estrato 4: la verdadera clase media», donde decía que los bogotanos de estratos entre 3 y 5 se consideraban de clase media, y que por lo tanto la verdadera clase media estaba en el «justo medio»: el estrato 4. Sin embargo, habla de ese 3% o menos de la población de la localidad de Kennedy, al sur, que según Planeación Distrital, estaba dentro del estrato socioeconómico 4, en un reducto donde los parques tienen árboles y los garajes son para guardar carros y no para mejorar la economía familiar. El artículo comienza diciendo que todos en este país se consideran de clase media, incluso la gente de clase alta o baja. Añadiría yo que unos lo hacen por demagogia y los otros por arribistas. Como aquella definición de persona promedio: la que todos pensamos que no somos.

Digamos que el estrato está definido en lo que diga el recibo de algún servicio público, y ya. Ahora bien, volviendo a la campaña, el «pensamiento de grupo» habrá hecho que mucha gente se una a su grupo en Facebook, por ejemplo, pero también que muchos cuestionen la seriedad de sus reivindicaciones. ¿Que si no es Sisbén o medicina prepagada? ¡Para eso están las EPS! O que ser de estrato 6 no es garantía de no ser pobre, o que la alternativa a trabajar para los demás -o hacer que los demás trabajen para uno- es trabajar para uno mismo en lugar de depender de Papá Estado. Incluso algunos dirán que el asunto no va tan en serio al ver las otras proclamas: «Porque para los de un lado está la flecha y para los del otro hay smart phone (sic)», o «Porque para los de un lado hay Melgar, y para los del otro hay Miami». Sobre esta última cabe decir que su autor parte de la base de que Miami es para gente de clase alta (es decir, que no es el «Melgar gringo»), lo que prueba el dicho de que «en este país, la clase trabajadora no tiene trabajo, la clase media no tiene medios, y la clase alta no tiene clase».

 

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